La reducción del gasto de los ricos ha afectado a gente con menores ingresos en EEUU

Las caídas más pronunciadas en el gasto durante la recesión del coronavirus provienen de los lugares de mayores ingresos

People watch fireworks from the Sand Bar on August 21, 2015 in Oak Bluffs, Massachusetts on Martha's Vineyard. AFP PHOTO/BRENDAN SMIALOWSKI        (Photo credit should read BRENDAN SMIALOWSKI/AFP via Getty Images)

People watch fireworks from the Sand Bar on August 21, 2015 in Oak Bluffs, Massachusetts on Martha's Vineyard. AFP PHOTO/BRENDAN SMIALOWSKI (Photo credit should read BRENDAN SMIALOWSKI/AFP via Getty Images) Crédito: BRENDAN SMIALOWSKI | Getty Images

La reducción del gasto entre personas de mayores ingresos en Estados Unidos ha pegado directamente al ingreso de los que menos tienen.

En los restaurantes de Manhattan, alrededor del Lincoln Center, el cierre de la actividad económica por la pandemia ha dejado sin propinas a miles de personas que dependían de ellas.

“Dependemos de lo bien que estuvieran los espectáculos en el Lincoln Center”, dijo al New York Times Emma Craig, una mesera en el Atlantic Grill, un restaurante que aún no regresa a la actividad. Craig tampoco ha retomado su otro trabajo como cantante en un club privado del centro. En ambos trabajos dependía de las propinas.

La recesión se ha ensañado con los trabajos de servicio que dependen directamente del gasto y los gustos de gente con mayores ingresos.

Opportunity Insights, una consultora con sede en Harvard, estima que la cuarta parte de los estadounidenses con mayores ingresos ha sido responsable de aproximadamente la mitad de la disminución del consumo durante esta recesión. Y eso ha causado estragos en los trabajadores con salarios más bajos.

“Una de las cosas que esta crisis ha dejado ver es lo interdependiente que somos respecto a nuestra salud”, dijo Michael Stepner, economista de la Universidad de Toronto. “Estamos viendo el reflejo de eso en el lado económico”.

A medida que la desigualdad de ingresos ha crecido, también lo ha hecho la desigualdad en el consumo. Eso significa que cuando los ricos gastan dinero, la economía depende más de ellos que hace 50 años.

Este “shock económico” ha detenido el gasto en personas ricas que no perdieron sus empleos y eso ha sido devastador para una economía en la que muchos trabajadores de bajos ingresos cuentan con el gasto de los que más poseen.

De acuerdo con Stepner y los economistas Raj Chetty, Nathaniel Hendren y John Friedman, que cruzaron datos del uso de tarjetas de crédito y débito con los códigos postales, los hogares más ricos han reducido sus gastos en aproximadamente un 30 por ciento de los niveles anteriores al coronavirus. En contraparte, con los estímulos del gobierno, el gasto entre la gente de bajos ingresos ha bajado solo alrededor del cinco por ciento.

Para el sector de mayores ingresos, el gasto se ha recuperado mucho más lentamente, después de caer un 36 por ciento hasta su punto más bajo.

“No se trata solo de que sea algo mayor en términos porcentuales”, señala Chetty sobre los cambios de hábitos de los ricos. “En dólares absolutos, gastan aproximadamente la mitad”.

Los investigadores señalan varios datos curiosos vinculados a ese hecho: las solicitudes de ayuda de desempleo han sido altos en los condados ricos que fueron inmunes a la última recesión. Y los estadounidenses de bajos ingresos que viven en esos condados se han visto particularmente afectados. Su gasto cayó más que el gasto de los trabajadores de bajos ingresos en los condados más pobres.

Ciudades como Washington que salieron relativamente ilesas en otras crisis, gracias a sus ingresos medios y altos, se verán gravemente afectadas en la recesión del coronavirus. Los datos iniciales de desempleo lo confirman. Hasta abril, Washington perdió el 10 por ciento de sus empleos.

Los condados de San Francisco y San Mateo han perdido el 16 por ciento de sus empleos durante la pandemia, en sintonía con la pérdida de puestos de trabajo en todo el país. Durante la recesión anterior, esos condados crearon fuentes de trabajo, mientras que el empleo en el resto del país cayó un tres por ciento en general y casi un cinco por ciento en los condados más pobres.

En los buenos tiempos, o incluso en otras crisis, la prosperidad de los ricos brindaba a los trabajadores con salarios más bajos un mayor grado de seguridad laboral. En este peculiar momento, ese “acuerdo” parece notablemente precario, particularmente para las mujeres y los trabajadores negros e hispanos empleados desproporcionadamente en el sector de servicios.

“Es completamente un castillo de naipes”, dijo Ai-jen Poo, director ejecutivo de la Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas. “Gran parte de la fuerza laboral esencial que nos mantiene seguros y, literalmente, ha evitado que este país se derrumbe, son los empleos con salarios muy bajos que eran completamente invisibles para la mayoría de las personas antes de la pandemia”.

En la industria restaurantera, el hilo que conecta a ricos y pobres es más claro. Los comensales de mayores recursos otorgan a los prestadores de servicios su ingreso primario

Estos trabajadores dependen de los ritmos de consumo de los ricos. El mal tiempo (demasiado calor, demasiado frío, demasiada lluvia) significa menos propinas. En enero y febrero, después de los gastos de vacaciones, les deja menos dinero. Para los trabajadores del hotel, los ingresos están vinculados a la temporada de convenciones.

En las últimas semanas,el gasto de los pobres casi se ha recuperado a niveles previos a la crisis, gracias a los estímulos federales (el consumo se disparó después del 15 de abril, cuando muchas personas recibieron sus cheques de ayuda). Pero la tasa de desempleo permanece en su nivel más alto desde la Gran Depresión y el consumo en línea no ayuda a las empresas locales.

Los consumidores con ingresos más altos saben que no gastarán lo mismo que antes del coronavirus en el corto plazo, incluso con la reapertura de ciudades. Mientras tanto, los trabajadores con salarios más bajos esperan una llamada para volver al trabajo.

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