Por qué las reglas del Programa de Protección de Salarios dejaron a muchas empresas con préstamos irrisorios

Las confusas disposiciones en las solicitudes para recibir ayuda provocaron que mucha gente recibiera un estímulo ridículo y ofensivo

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Crédito: S Cross | Pixabay

Durante un período de cuatro meses, el Programa de Protección de Salarios (PPP) distribuyó cerca de $523 billones de dólares en préstamos condonables a más de cinco millones de empresas. El beneficiario promedio recibió un poco más de $100,000 dólares de ayuda, pero aproximadamente 300 empresas recibieron préstamos de $99 dólares o menos.

Judith Less, propietaria de una tienda de segunda mano en Nueva Jersey, recibió $27 dólares. Nikki Smith, panadera y proveedora de catering en Oregon, recaudó $96 dólares. A.J. Burton, el fundador de un sello discográfico en Arkansas, recibió $78 dólares y Susana Dommar, quiropráctica en Texas, recibió un préstamo de solo $1 dólar. Stephanie Ackerman, consultora autónoma de admisiones universitarias, se sorprendió cuando el depósito de su préstamo, por $13 dólares, apareció en su cuenta bancaria, todos esos casos fueron documentados en un reportaje de The New York Times.

Esas pequeñas sumas fueron igualmente frustrantes para los bancos y otros prestamistas que otorgaron los créditos respaldados por el gobierno. Por cada uno, se les pagaba el 5% del valor, lo que significa que solo cobraron centavos en los préstamos más pequeños, mucho menos de lo que costaba hacer el trámite. Por ejemplo, el préstamo de la señora Ackerman le reportó a su prestamista, Bank of America, una comisión de 65 centavos, pagada por el gobierno.

Todos esos préstamos minúsculos son un ejemplo de cómo las reglas del PPP, construidas apresuradamente, condujeron a resultados absurdos y se podrían repetir en el paquete de estímulo del mes pasado, en el que el Congreso asignó $284 billones para reiniciar el programa. Los préstamos comenzaron a tramitarse esta semana.

Fallas de origen

El Congreso creó el Programa de Protección de Salarios a fines de marzo para ayudar a las pequeñas empresas a retener a sus empleados en lo que los legisladores anticiparon sería una interrupción breve de sus actividades.

Los empresarios autónomos y trabajadores independientes no fueron elegibles para solicitar préstamos en la primera semana del programa. Cuando se expandió para incluirlos, el gobierno creó un conjunto alternativo de reglas que impedían que esas personas recibieran préstamos, a menos que su negocio fuera rentable. Esa restricción no se aplicó a las empresas más grandes, lo que significa que las empresas no rentables eran elegibles siempre que tuvieran empleados asalariados.

Las pequeñas empresas fueron elegibles para pedir prestado hasta 2.5 veces su nómina mensual promedio, hasta llegar a $10 millones de dólares, para cubrir los salarios de sus trabajadores y algunos otros gastos, como el alquiler y los servicios públicos. Siempre que la mayor parte del dinero se gastara en pagar a los trabajadores, el préstamo podría ser condonado por completo, lo que dejaba a los beneficiarios una sensación de “dinero gratis” para ayudarlos a soportar los cierres y otras interrupciones a medida que avanzaba la pandemia.

Para las empresas sin empleados asalariados, la Administración de Pequeñas Empresas (SBA), que dirigía el PPP, le dijo a los bancos y a otros prestamistas que observaran las ganancias que el propietario reportó en sus impuestos de 2019, aunque la nómina y las ganancias son medidas totalmente separadas de la actividad comercial de una compañía.

El préstamo concedido a Amy Jeanchaiyaphum, fotógrafa de Minnetonka, Minnesota, ilustra las dificultades de ese enfoque. Como la mayoría de los propietarios únicos, esta mujer no se paga a sí misma un salario fijo. El dinero que gana primero se destina a cubrir los gastos de su empresa; ella vive del resto. En 2019, sus ventas brutas sumaron una modesta suma de cinco cifras, según su declaración de impuestos.

Después de tomar las deducciones legalmente permitidas para equipos, seguros, costos de viaje y otros gastos operativos, la señora Jeanchaiyaphum pagó impuestos sobre una ganancia de $458 dólares. Apegado a las reglas de la SBA su prestamista, Wells Fargo, le emitió un préstamo en agosto por la cantidad máxima para la que calificaba: $95 dólares.

Cuando vio ese número, la señora Jeanchaiyaphum asumió que cometió un error en su papeleo y trató sin éxito de hablar con alguien de Wells Fargo. También se acercó a la SBA local, donde le dijeron que no se podía aumentar el préstamo.

Durante meses, los prestamistas y contadores han estudiado detenidamente las enredadas reglas del programa y llegaron a la conclusión de que el estímulo se centró en minimizar la pérdida de puestos de trabajo, no en preservar a las empresas en dificultades.

Las empresas unipersonales son la estructura empresarial más común en Estados Unidos y representan alrededor de 26 millones de empresas, según información del Servicio de Rentas Internas (IRS). Muchos están al margen: los trabajadores que realizan un proyecto independiente ocasional o cobran regalías lo informan sobre sus impuestos como ingresos comerciales, pero millones de personas dependen de esos ingresos como su principal fuente de apoyo.

Sin embargo, debido a que muchos tenían que ser rentables para obtener un préstamo, muchos no calificaron. Nicole Davis, contadora de Georgia que se especializa en pequeñas empresas, estima que cerca de 60 de sus clientes unipersonales quedaron excluidos del programa de ayuda porque sus empresas no son rentables.

“Estaban sorprendidos, pensaban que eran elegibles y era difícil explicarles por qué no calificaban ”, dijo Davis.

Algunos empresarios que recibieron poca o ninguna ayuda del PPP recibieron ayuda de otros programas del gobierno. Muchos calificaron para beneficios de desempleo expandidos bajo la Ley CARES, que generalmente no están disponibles para quienes trabajan por cuenta propia. Y millones de propietarios obtuvieron préstamos del programa de daños por desastre que ofrece préstamos a bajo interés, pero a diferencia del PPP, esos préstamos deben ser reembolsados.

Los prestamistas tampoco ganaron

La regla que prohíbe a las empresas unipersonales no rentables solicitar un préstamo fue un obstáculo importante para los prestamistas que trabajan en comunidades vulnerables.

“Son barberos, estilistas, conductores, conserjes, negocios familiares realmente. Si tenían un número negativo en su Anexo C, simplemente no eran elegibles para nada ”, dijo José Martínez, presidente de Prestamos CDFI, refiriéndose al formulario de impuestos que utilizan los propietarios únicos para informar sus ganancias.

Los pequeños préstamos tampoco eran rentables para los prestamistas. El préstamo más pequeño hecho por Prestamos, una división del grupo sin fines de lucro Chicanos Por La Causa, fue de $74 dólares. Por eso ganó una comisión de $3.70 dólares.

El proyecto de estímulo aprobado el mes pasado aumentó las tarifas para los prestamistas en préstamos de menos de $50,000 dólares y ahora se les pagará la mitad del valor del préstamo, hasta un máximo de $ 2,500.

Algunos grandes bancos optaron por no trabajar con empresas que calificaban para tan poco. JPMorgan Chase, el prestamista más grande del programa, estableció un mínimo de $1,000 dólares en sus préstamos, dijo una portavoz. Otros dos prestamistas nacionales, Bank of America y Wells Fargo, no establecieron mínimos; cada uno hizo decenas de préstamos por sumas tan bajas como $ 1 dólar.

La señora Ackerman, la consultora de la universidad, se quedó con su préstamo de $13 dólares y planea presentar la documentación para que se le perdone. Otros rechazaron una ayuda tan escasa.

“Estaba tan asombrado que lo envié de vuelta”, dijo Jeff Ostashen, un camionero de Lakeland, Florida, quien obtuvo un préstamo de $17 dólares de Wells Fargo. “Fue como una bofetada en la cara”.

Sin embargo, Ostashen, cuyas ventas han sido bajas desde que comenzó la pandemia, planea solicitar un segundo préstamo. “Voy a intentarlo de nuevo y veré qué sucede. Oraré por algo mejor”, dijo.

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