Uso de Máscaras: ¿cómo negociar un No a un Sí?
En el camino a protegernos y cuidar nuestra comunidad, es importante saber comunicarnos eficazmente para convencer a los demás del uso de mascarilla
En ausencia de una vacuna o un medicamento debidamente aprobado por regulación federal, una de las pocas soluciones que tenemos para evitar la propagación de COVID-19 es el uso de máscaras. La controversia sobre el uso de éstas se ha convertido en el cuento de nunca acabarse. Hay personas que las usan 24/7, mientras que otras se resisten a la mera posibilidad.
Aquellos pro-máscaras hacen la salvedad que es “solo un pedazo de tela sobre la cara”, que no entienden por qué para muchos es tan difícil usarla y obligan a otros a entender por qué usarla demuestra responsabilidad y consideración. Los anti-máscara reclaman que ese “pedazo de tela” coarta su libertad, que es incómoda, que da calor, que se les hace difícil comunicarse, que están sanos y nunca se van a contagiar.
Lo desconocido del COVID-19 ha causado una gama de emociones fuertes y poderosas que acaparan nuestro pensamiento racional y ecuánime. El uso de máscaras se ha convertido en rehén (o víctima) de estos sentimientos. En momentos de tanta incertidumbre como los que estamos viviendo, podemos sentirnos super vigilantes y sensibles a lo que percibimos como una amenaza. En este caso, para muchos es el virus y para otros es el uso de la máscara.
Para manejar esta controversia y el encontronazo de perspectivas, requerimos reconocer que cualquier comportamiento individual – por más simple que se perciba – está directamente relacionado a múltiples factores que podrían incluir ideales políticos, costumbres, factores sociales, educación y estilos de personalidad. Para muchos el usar o no usar una máscara está relacionado con miedo, lograr control, libertad, y hasta percepción de que el uso de máscaras puede proyectar fragilidad. Por otro lado, a pesar de que los contagios se mantienen altos, todavía hay muchas personas que no les ha impactado de primera mano pues familiares o amigos no se han visto afectados.
¿Cómo logramos que todos se monten en el “barco del uso de máscaras”? Pensémoslo como si estuviéramos en un lago y necesitamos remar para llegar al destino necesario. Se requiere estrategia, apertura, y planteamientos certeros. Hablemos abiertamente con aquellos que no sienten la necesidad de utilizar máscaras. En vez de preguntarles por qué no la quieren utilizar, preguntemos cuál es su preocupación al utilizarlas. En vez de informarles por qué su conducta es percibida de forma negativa, vamos a exhortarlos a mirarse en el espejo (para verse) y a mirar por la ventana (viendo a sus amigos, colegas, familiares, la comunidad). Esto les permitirá reconocer cuál es la razón real para querer violentar los posibles mandatos en su trabajo, los reglamentos de gobierno y quizás hasta los de su hogar. Incluso, este análisis puede llevarlos a entender la razón de porqué hay un porcentaje alto que en efecto entiende y acata el valor del uso de máscara.
El tema del uso de las máscaras requiere comunicación efectiva, respeto a diversidad de perspectivas y trabajar con aquellos músculos del cerebro que nos hacen pensar que nosotros estamos correctos y los que se comportan distinto a nosotros están mal. Un primer paso puede ser asumir buenas intenciones de los que nos rodean, y al negociar, creemos ese camino que nos llevará a cuidarnos, proteger nuestra familia, y respetar a la comunidad.