Boicot a Black Friday: consumidores cierran la billetera en protesta 2025
Organizaciones hacen un llamado para que los consumidores piensen bien dónde gastar su dinero en una de las temporadas de ventas más importantes del año
Las personas boicotean tiendas y marcas por diversas razones morales, políticas, sociales y ambientales. Crédito: Antonio Solano | Shutterstock
Black Friday y Cyber Monday suelen ser sinónimo de descuentos, filas interminables y compras de último momento; pero este año podrían tener un tono diferente. En lugar de correr hacia las tiendas o llenar carritos en línea, algunos consumidores planean cerrar la billetera en señal de protesta. El objetivo no es ahorrar, sino enviar un mensaje claro a las grandes corporaciones sobre las prácticas que consideran injustas o dañinas.
Durante los últimos meses, han surgido movimientos de boicot económico dirigidos a gigantes como Amazon, Walmart y Target, impulsados por organizaciones comunitarias y grupos de base. Estas iniciativas llaman a no gastar dinero durante los días de mayor consumo del año, incluyendo el Black Friday y el Cyber Monday 2025, como una forma de presionar tanto al sector privado como al gobierno de Donald Trump; denunciando la desigualdad económica y las condiciones laborales. Para muchos esta temporada no se trata solo de compras, sino de hacer que cada dólar tenga un propósito.

Black Friday no se salva de los boicots de este año: se suman más movimientos
En un año en el que los consumidores ya planean gastar menos, según PWC un 5% menos que la temporada pasada, varios movimientos sociales buscan aprovechar la temporada alta de compras para enviar un mensaje político y económico. Mientras los minoristas adelantan ofertas para atraer compradores, distintos colectivos están organizando boicots nacionales que llaman a pausar el consumo durante Black Friday, Cyber Monday y parte de diciembre.
The People’s Union USA
Este grupo ha relanzado un “blackout” económico que invita a los consumidores a retener todo tipo de gasto durante Black Friday y Cyber Week. La organización argumenta que el boicot es una respuesta directa a lo que consideran ”avaricia corporativa” y busca mostrar que esas ganancias dependen del apoyo del público. Su llamado abarca tanto compras en tiendas como transacciones digitales.
Blackout the System
El movimiento Blackout the System anunció su segunda fase de boicot del 25 de noviembre al 2 de diciembre. A diferencia de otros grupos su propuesta no solo consiste en limitar el gasto, sino también en redirigirlo hacia negocios pequeños y locales. El objetivo es debilitar la dependencia de las grandes cadenas y fortalecer economías comunitarias durante una de las semanas más lucrativas del año.
Mass Blackout
Una coalición formada por Blackout the System, The People’s Sick Day, American Opposition, the Money Out of Politics Movement y The Progressive Network convocó un paro económico y laboral denominado Mass Blackout; activo del 25 de noviembre al 2 de diciembre. El llamado incluye no gastar, no trabajar y abstenerse de participar en actividades que generen ingresos para grandes corporaciones durante esos días.
We Ain’t Buying It
Organizaciones como Black Voters Matter, Indivisible y Until Freedom lanzaron la campaña We Ain’t Buying It, diseñada para ejercer presión económica antes de las fiestas. Su mensaje es que las grandes empresas deben demostrar un compromiso real con principios democráticos de justicia, equidad y libertad, y que el consumidor puede exigirlo dejando de comprar. El enfoque está en la responsabilidad corporativa y el impacto político del consumo.
¿Los boicots enfocados en las compras y el gasto son efectivos?
No cabe duda que los boicots de compra se han vuelto más comunes a medida que las grandes cadenas minoristas entran en el centro de las guerras culturales del país. Consumidores de distintas ideologías usan su poder adquisitivo para enviar mensajes políticos o sociales, tanto en las tiendas como en redes sociales. Sin embargo, el impacto real de estas campañas suele variar considerablemente.
Según el Instituto de Investigación Política de la Universidad Northwestern, los boicots pueden ser efectivos para atraer atención mediática y presionar la reputación de una empresa, pero su impacto financiero tiende a ser limitado y temporal. Para que funcionen deben ser sostenidos, con objetivos claros y una narrativa que logre mantenerse en los titulares. De lo contrario las grandes corporaciones suelen absorber las pérdidas sin cambios significativos.
Aun así, algunos ejemplos recientes muestran que la presión pública sí puede influir en la toma de decisiones corporativas. Cracker Barrel abandonó un rediseño de su logotipo tras críticas de clientes conservadores; Walmart, Ford, Harley-Davidson y Tractor Supply redujeron iniciativas de diversidad y equidad por presiones similares; y Target enfrentó consecuencias por ataques desde ambos extremos del debate político.
El caso de Tesla es otro ejemplo de cómo los movimientos de consumo pueden crecer cuando se combinan con factores políticos. De acuerdo con un estudio citado por USA Today, la presencia pública y las posturas políticas “polarizantes y partidistas” de Elon Musk alienaron a una parte de la clientela de la marca. El boicot resultante contribuyó a pérdidas estimadas de más de un millón de vehículos entre octubre de 2022 y abril de 2025 en el mercado estadounidense.
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