window._taboola = window._taboola || []; var taboola_id = 'mycodeimpremedia-network'; _taboola.push({article:'auto'}); !function (e, f, u, i) { if (!document.getElementById(i)){ e.async = 1; e.src = u; e.id = i; f.parentNode.insertBefore(e, f); } }(document.createElement('script'), document.getElementsByTagName('script')[0], '//cdn.taboola.com/libtrc/'+ taboola_id +'/loader.js', 'tb_loader_script'); if(window.performance && typeof window.performance.mark == 'function') {window.performance.mark('tbl_ic');}

Aranceles vs alianzas, la industria automotriz global enfrenta a Estados Unidos

Mientras EE.UU. insiste en su guerra arancelaria, el resto del mundo avanza con alianzas estratégicas en la industria automotriz

Changan Hunter Sport 4x4 2025

La Changan Hunter es una pickup de origen chino, fabricada en América del Sur, que podría venderse bajo una marca estadounidense. Foto: Javier Mota. Crédito: Cortesía

La tensión en la industria automotriz global volvió subir de nivel, luego de que el presidente Donald Trump, fiel a su estilo confrontativo, anunció recientemente que a partir del 1 de agosto Estados Unidos impondrá aranceles del 30% a las importaciones desde la Unión Europea y México si no se logran “mejores condiciones”.

El mensaje fue claro y sin rodeos: o se alinean, o pagan.

Pero mientras la administración estadounidense sube la temperatura, las consecuencias han empezado a afectar a los fabricantes y, como consecuencia a los consumidores.

Volvo Cars, por ejemplo, fue la primera en reaccionar con un golpe que no solo afecta sus finanzas, sino que también perjudica su imagen al anunciar un recorte del 15% en su fuerza laboral asalariada en Estados Unidos, por lo que unas 60 personas perderán su empleo en medio de un clima de incertidumbre.

La razón oficial: la compañía no puede vender de manera rentable su sedán eléctrico Volvo EX90, fabricado en China, debido a los aranceles. Resultado: gastos adicionales no esperados de $1,200 millones de dólares y el retraso del modelo insignia para el mercado estadounidense.

Pero este no es un caso aislado. Ford y el Grupo Stellantis también enfrentan la presión de los nuevos aranceles. 

El primero calcula que estará expuesto a gastos adicionales de $2,500 millones de dólares por los aranceles tan solo en 2025 y ya trabaja en estrategias para compensar al menos $1,000 millones de dólares.

El Grupo Stellantis, por su parte, proyecta sufrir entre $1,200 dólares y $1,800 millones de dólares en impacto directo. Ambas compañías están en conversaciones tensas con sus proveedores para renegociar contratos, una jugada que puede parecer desesperada, pero comprensible cuando hay tanto en juego.

Consumidores pagarán las consecuencias

Y mientras el costo promedio de cada auto nuevo vendido en Estados Unidos aumentará unos $2,000 dólares por efecto de los aranceles, según Bloomberg, al tiempo que otros fabricantes se están viendo forzados a mover sus fichas con inteligencia geoestratégica en lugar de entrar al juego del proteccionismo.

Ese es el caso de Nissan, que ahora evalúa seriamente fabricar los SUVs Armada e Infiniti QX80 —hoy producidos en Japón— directamente en Estados Unidos, así como un nuevo SUV electrificado en su planta subutilizada de Canton, Mississippi, con lo que evitaría los aranceles al mismo tiempo gana puntos políticos fabricando en Estados Unidos.

El Grupo Stellantis también ha pausado la producción del Dodge Hornet 2026 en Italia. La razón oficial: “evaluar los efectos de las políticas arancelarias estadounidenses”. 

Lo que esto significa en la práctica es que decisiones clave sobre el desarrollo y lanzamiento de productos están ahora atadas a un ajedrez político más que a la lógica de mercado.

China avanza con alianzas estratégicas

Sin embargo, mientras en América del Norte las compañías tratan de sobrevivir a este nuevo régimen de tarifas, en Sudamérica y Asia emergen nuevos actores con una visión más colaborativa. 

En nuestro más reciente viaje a Chile, tuvimos la oportunidad de manejar la Changan Hunter Sport 4×4 2025, una pickup desarrollada por la firma china Changan en alianza con PSA (Peugeot-Citroën), ahora parte del Grupo Stellantis. 

Este vehículo, que compite directamente con gigantes del segmento de pick ups compactas como la Toyota Hilux, Ford Ranger y Nissan Frontier, es casi idéntico, salvo por detalles de diseño y equipamiento, a la Peugeot Landtrek que se produce en Uruguay.

En un giro irónico, Stellantis podría estar considerando traer una versión de esta pickup a Estados Unidos bajo el emblema de RAM, como la esperada RAM 1200, que seria una pickup de origen chino, fabricada en América del Sur, vendida bajo una marca estadounidense, en un país que lucha por bloquear importaciones. Paradójico, pero necesario. Así es la globalización.

Flavio Volpe, director ejecutivo de la Asociación de Fabricantes de Piezas de Automoción en Canadá, lo resumió bien: “Amenazaron con un arancel a las piezas y no lo cumplieron, no porque nos quieran, sino porque entienden que las matemáticas son binarias”.

En otras palabras: los aranceles no hacen magia, hacen números. Y esos números no favorecen ni a trabajadores, ni a consumidores, ni a los fabricantes.

La pregunta no es si Estados Unidos puede seguir subiendo aranceles. La pregunta es: ¿cuánto más puede soportar antes de quedarse solo en un juego donde todos los demás están formando alianzas para hacerse cada vez más fuertes?

En esta nota

Donald Trump
Contenido Patrocinado