Brecha alarmante: ellas reciben menos del Seguro Social aunque trabajaron igual
En diciembre de 2024, mientras los hombres de 65 años recibían en promedio $1,784 dólares mensuales del Seguro Social, las mujeres apenas alcanzaban los $1,452

Las mujeres reciben menos beneficios del Seguro Social, en comparación con los hombres, en Estados Unidos. Crédito: Shutterstock
A simple vista, el Seguro Social puede parecer un sistema imparcial: calcula los beneficios con base en los ingresos reportados durante la vida laboral. Pero un análisis reciente de la Administración del Seguro Social (SSA, por sus siglas en inglés) revela una realidad muy distinta: las mujeres reciben, en promedio, $332 dólares menos al mes que los hombres.
En diciembre de 2024, mientras los hombres de 65 años recibían en promedio $1,784 dólares mensuales, las mujeres apenas alcanzaban los $1,452. Esta diferencia de casi $4,000 al año es más que una cifra: es el reflejo de una brecha de género persistente en el sistema de seguridad social de Estados Unidos.
Más que números: lo que hay detrás de la diferencia
La brecha en las prestaciones del Seguro Social no es un error del sistema, sino la consecuencia de factores estructurales que acompañan a las mujeres desde el inicio de sus vidas laborales:
1. Historial laboral interrumpido
Muchas mujeres interrumpen su carrera profesional para cuidar de sus hijos, de familiares enfermos o de personas mayores. Estos períodos sin ingreso —aunque vitales para la sociedad— no generan créditos para el Seguro Social, lo que reduce significativamente el monto al jubilarse.
2. Desigualdad salarial
A pesar de décadas de lucha por la equidad, las mujeres siguen ganando menos que los hombres. Según datos del Departamento de Trabajo, en 2024 las mujeres ganaban alrededor del 82% del salario que perciben los hombres por trabajos comparables. Esta diferencia se traduce en menores aportaciones al Seguro Social a lo largo de su vida.
3. Mayor concentración en empleos de bajos ingresos
Las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores como servicios, atención al cliente, educación y salud, donde los salarios son más bajos y los beneficios más limitados. A menudo estos empleos no incluyen pensiones privadas, lo que deja al Seguro Social como su única fuente de ingresos al retirarse.
4. Mayor esperanza de vida
Las mujeres viven más que los hombres, lo que implica que necesitan que su dinero dure más tiempo. Pero irónicamente, al recibir menos cada mes, enfrentan un mayor riesgo de pobreza en la vejez.
El impacto de la brecha en la vida cotidiana
La diferencia de $332 dólares mensuales puede parecer manejable sobre el papel, pero para una persona jubilada con ingresos fijos, cada dólar cuenta. Esa cantidad puede significar:
- No poder pagar medicamentos recetados.
- Renunciar a alimentos frescos por productos más baratos.
- Vivir en aislamiento por no poder costear el transporte.
- Posponer o evitar consultas médicas.
Y en una etapa de la vida donde el bienestar físico, mental y emocional depende en gran parte de los recursos económicos, esta brecha no es solo financiera, es una cuestión de dignidad y justicia.
¿Qué dice la Administración del Seguro Social?
Aunque el informe oficial de la SSA reconoce esta disparidad, aún no hay medidas específicas dentro del sistema del Seguro Social para abordarla directamente. En cambio, algunas organizaciones y legisladores están proponiendo reformas complementarias, como:
- Educación financiera específica para mujeres, que ayude a planificar la jubilación desde etapas más tempranas.
- Créditos de jubilación por cuidado no remunerado, para compensar los años dedicados al trabajo doméstico o de cuidados.
- Ajustes en los cálculos de beneficios para reflejar mejor la expectativa de vida y necesidades particulares de las mujeres.
¿Hay algo que las mujeres puedan hacer hoy?
Aunque muchas causas son estructurales, hay algunas acciones que pueden ayudar a reducir el impacto individual de esta brecha:
- Buscar asesoría personalizada en organizaciones sin fines de lucro o en el sitio web de la SSA.
- Revisar los estados de cuenta del Seguro Social regularmente para verificar que todos los años trabajados están bien registrados.
- Contribuir a cuentas de jubilación privadas (como IRA o 401(k)) desde edades tempranas, si es posible.
- Planificar cuidadosamente la edad de retiro: cuanto más tarde se soliciten los beneficios (hasta los 70 años), mayor será el pago mensual.
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