Los idiotas ya no serán los primeros
Todos los días me topo a una persona con la que no me gustaría trabajar jamás
Cuando somos jóvenes y nos preparamos para entrar a la fuerza laboral, amigos, familiares y colegas nos recomiendan desconfiar, tener un tono de voz alto y demostrar una actitud combativa para asegurar ser exitosos.
No hay duda de que ser asertivo (no agresivo) y desarrollar una piel gruesa puede ser de beneficio para lograr resiliencia y aumentar nuestra determinación, pero desafortunadamente la gente confunde tenacidad con necedad. Según un estudio publicado por el National Academy of Sciences, adoptar una personalidad que tiende a ser hostil, engañosa y manipuladora, ignorando las preocupaciones y el bienestar de los demás es perjudicial para el crecimiento profesional y las relaciones interpersonales.
No hay duda de que algunas personas piensan que ser dominante, agresivo, conflictivo, echar culpas, no asumir responsabilidad, conspirador y egoísta los hace más propensos a llegar a ser poderosos cuando comienzan su carrera. Sin embargo, ese mito está en peligro de extinción. Existe una transformación en las culturas organizaciones y realmente son las personas positivas, respetuosas, que saben escuchar, están abiertas a nuevas ideas, y que se comunican asertivamente las que logran hacer grandes cosas por su equipo u organización. Más importante aún son bien recordados y construyen puentes hacia nuevas oportunidades.
La mala noticia es que ser un idiota no mata las posibilidades de obtener el poder, ya que todavía existen organizaciones que emplean o promueven a personas desagradables en posiciones poderosas por necesidad, desconocimiento o falta de visión. Muchas veces es el resultado de “es mejor malo conocido, que bueno por conocer”. La buena noticia es que cuando esa actitud de necia y de suero de brea aflora, crea tanto conflicto e impacto negativo que automáticamente se traduce en una desventaja.
Comportarse de forma considerada y colaborativa en un empleo permite solidificar las relaciones, aumentar la confianza y asegurar ambientes de trabajo efectivos. La generosidad, manejar los conflictos efectivamente y negociar diversidad con asertividad es la fórmula mágica para el éxito individual y organizacional.
Las personas que entienden sus fortalezas y oportunidades para mejorarlas son los que queremos y debemos celebrar en nuestro equipo. Antes de reclutar o brindar mejores oportunidades en nuestra organización, miremos los perfiles de estas personas en redes sociales y tomemos el tiempo de escuchar lo que dicen, sus palabras y su conducta. ¿Esta persona vive enamorada de sus logros, requiere atención y validación continua, le fascina el protagonismo, tiene dificultad recibiendo retroalimentación constructiva? Preguntemos cuál ha sido el mejor consejo que ha recibido en su vida profesional y cómo lo practica.
A diario me encuentro al menos una persona a la que nunca quisiera tener en mi organización y ciertamente jamás le podría dar una recomendación de empleo. De seguro lo mismo piensan todos los que le rodean.
Así que tengamos en cuenta que a pesar de que los tiempos en los que vivimos están llenos de desafíos, serán los que practican amabilidad y no los que juegan sucio quienes se convertirán en seres respetados y bien recordados. Asegúrate que el día que cambies de trabajo te extrañen con respeto, no que haya una fiesta para celebrar que no te verán la cara más nunca.