Remesas: el salvavidas para Cuba y Venezuela

Las transferencias de dinero que hacen exiliados venezolanos y cubanos hacia su país de origen son sustento para sus familias y de una manera indirecta para sus gobiernos

Remesas salvavidas

Remesas salvavidas Crédito: Shutterstock

No es un secreto que los exiliados de países en desarrollo, que viven en Estados Unidos, tienen como mayor preocupación prestar ayuda económica a sus familiares, apoyo que de alguna manera sirve indirectamente a la administración de turno. Esto es una especie de salvavidas para esos países sancionados por el gobierno estadounidense.

Es el caso de Venezuela y Cuba, cuyo flujo de remesas recibidas pasó a ser no solo materia prima sino una importante fuente de ingresos. En Cuba probablemente la primera fuente de ingresos y en Venezuela es la segunda después del petróleo.

Por ejemplo, para el 2021 se estima que el nivel de actividad económica de Venezuela lo determine “el consumo privado y las remesas, junto a las transferencias del gobierno”, según Efraín Velásquez, presidente del Consejo Nacional de Economía y director de AGPV.

Estudios demuestran que el 70% de los venezolanos que viven en Estados Unidos envían a su país el 25% de sus ingresos. En 2020, solamente desde Estados Unidos los venezolanos enviaron más de 870 millones de dólares en remesas.

En Cuba, aunque el volumen de remesas disminuyó en 2020 por el efecto pandemia y por las restricciones impuestas por el gobierno de Donald Trump, aún así la isla recibió 2,967 millones de dólares en remesas. Sin, embargo, fue un 54,14 %  menos del monto si lo comparamos con el año 2019 cuando la isla recibió un total de 6.616 millones de dólares en remesas.

Ese dinero enviado por trabajadores migrantes se ha convertido en el mayor apoyo financiero para esos países en desarrollo, que además de la crisis enfrentan restricciones por razones políticas y de Derechos Humanos. Esas remesas significan en estos momentos de crisis una gran porción del producto interno bruto (PIB) de esos países.

Según informes del Fondo Monetario Internacional, Venezuela y Cuba ya eran economías austeras antes del inicio de la pandemia, luego de la crisis del Covid-19 retrocedieron décadas en su economía. Y la única manera con la que esas economías se han mantenido a flote en estos tiempos, es gracias a las remesas que envían millones de migrantes.

Según informe de la firma de asesoría económica, Econanalítica, en Venezuela el dólar ocupa más del 55% del valor total de las transacciones que se realizan hoy en el país del sur. Y probablemente el porcentaje sea mayor, pero hablamos de un país en el que la transparencia en las estadísticas es difícil de lograr. Lo mismo sucede con Cuba.

Ambos países,Venezuela y Cuba, paradójicamente están sancionados por el gobierno de Estados Unidos por lo que el acceso a divisas extranjeras ha sido limitado. Y Una manera que probablemente han encontrado ambos gobiernos para captar divisas es comenzar a abrir y controlar el mercado de las remesas.

Estas remesas activan la economía y el consumo de los hogares venezolanos y cubanos, al tiempo que indirectamente benefician a los gobiernos locales. Todo esto logra una especie de espejismo de países que funcionan con normalidad en su “apertura económica”.

La realidad es que la mayoría de las poblaciones de ambos países no tienen acceso a la cesta básica de alimentos y en muchos casos a servicios básicos. Solo aumentan las oportunidades de acceder a una vida de “calidad” quienes reciben el soporte de las remesas, soporte que mantiene a gobiernos, considerados promotores del terrorismo por los Estados Unidos, anclados en sus respectivos territorios.

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