Mes de la herencia hispana: cómo un migrante cubano de 60 años logró su imperio cafetero en Estados Unidos
Don Francisco Gaviña empezó una nueva vida a los 60 años. A su edad, llegó a Estados Unidos y desde abajo y con mucho esfuerzo, logró el imperio que hoy tienen en F. Gaviña & Sons, Inc., una de las productoras de café más importantes en Los Ángeles, California
Probablemente cuando uno piensa en personas que emigran, se nos viene a la mente que son jóvenes o de mediana edad, ya que es cuando generalmente surge la inquietud de probar suerte en un nuevo país. Esto no fue lo que le pasó a don Francisco Gaviña, quien a los 60 años se fue a Estados Unidos luego de sus entrañables años vividos en su querida Cuba.
Llegó como la mayoría de los migrantes latinos lo hace a este país: sin dinero, sin amigos, sin conocidos que le tendieran una mano y sin conocer el idioma. Aunque tuvo una vida feliz en su isla caribeña, se fue junto con toda su familia ante la inminente llegada al poder de Fidel Castro.
Tuvo un presentimiento que era el momento de dejar Cuba: primero se fueron para España pero finalmente, la familia Gaviña, integrada por hijos y esposa, se mudaron a Miami, uno de los principales destinos de los cubanos en Estados Unidos.
En la famosa ciudad del estado de Florida, donde el español fluye por las calles y las costumbres latinas se sienten en cada paso que se da, don Francisco vivió otra encrucijada que le tenía preparada la vida: buscó empleo por meses pero no logró encontrar en ningún lado. No era fácil, tenía 60 años y competía con cientos de candidatos jóvenes para los puestos.
Ante la desesperación y la frustración, y con una familia a cuestas, don Francisco se movió para Los Ángeles “con una mano adelante y otra atrás”. Ahí mismo el destino le tenía marcada su suerte y las raíces de su éxito. El trabajo que lo sostuvo durante mucho tiempo fue en un restaurante, como vigilante. Sus hijos realizaban también labores de lava platos.
Tener cierta estabilidad no le quitó a don Francisco su sueño: en su tierra era cafetero y deseaba hacer lo mismo para los latinos en Estados Unidos. Además, se dio cuenta que ni en Los Ángeles ni en Estados Unidos existía un café para el gusto latino, contó en entrevista con Solo Dinero, Lisette Gaviña López, nieta de Don Francisco. Y es que el café que venden en la nación estadounidense no se parece en nada al típico café que se consume en Cuba, de un sabor intenso, confiesa Lisette.
“Somos latinos y cuando llegamos aquí, no se encontraba nuestro café, nosotros buscábamos un café de tueste obscuro, un café de estilo espresso, que es fuerte, que es aromático y el café que se encontraba aquí era de tueste claro, y que se hacía como un café estilo americano muy aguado, era muy claro para nosotros que lo que teníamos, no existía en Estados Unidos”, dijo Lisette.
La mayoría de las historias de éxito no son fáciles, y el caso de don Francisco y su familia no fue la excepción: “Al inicio era sobrevivir. Todos trabajaban y estudiaban. Mi abuelo de portero en un restaurante, mi papá lavando platos, mi tío de mecánico”, explicó Lisette, quien también contó que a la par de estos empleos que les daban para comer, tostaban y vendían café fuera de sus horarios laborales, unos lo hacían de día y otros de noche.
“Empezamos de una manera muy humilde”, recordó Lisette con añoranza, quien confesó que los primeros cinco años de su familia en Estados Unidos fueron los más complicados. A veces les daba miedo pensar que las cosas no funcionarían, pero cuando eso sucedía, ahí estaba su abuela para decirles que lo tenían que seguir intentando. Les daba fortaleza y seguridad cuando la necesitaban.
“Es complicado si no conoces a nadie. No era su cultura, su lengua, no entendías cosas o no te entendían. Mi abuelo fue a buscar trabajo a un mercado y dice que no sabía si le habían dado el trabajo o no, porque no había entendido lo que le habían respondido”, contó Lisette entre risas.
Así fue como surgió F. Gaviña & Sons, Inc, hoy, una de las compañías productoras de café más importante en Los Ángeles, California. Lisette aclara que no hubiera sido posible sin la ayuda de la comunidad cubana: “Siempre nos apoyó, aunque el café no se vendía, ahí lo tenían. Mi papá [José Gaviña] empujaba y empujaba”.
Gracias a ese empuje, no solo de don José, y de su padre, don Francisco, hoy F. Gaviña & Sons, Inc. puede presumir que tiene una planilla conformada por 300 empleados, la mayoría de los cuales son latinos. Lisette es parte de cuatro generaciones familiares que han atendido el negocio que con tanta ilusión fundó su abuelo.
Con 150 años en el mercado, F. Gaviña & Sons, Inc. tiene a la venta alrededor de 50 diferentes productos, cuyos precios van desde los $2.99 dólares hasta los $7.99 dólares. También cuentan con cuatro marcas: Don Francisco’s Coffee, Café La Llave, Jose’s Gourmet Coffee y Gaviña Gourmet Coffee.
Su éxito ha sido tal, que se han posicionado en puntos de venta como Amazon, Walmart y Target. Ahora están buscando llegar a los amantes del café con un sabor latino en Nueva York.
“Es un mercado bastante nuevo para nosotros pero hemos entrado en varias bodegas. Hay muchos latinos en Nueva York, aunque este café no es solo para cubanos, sino para todos los latinos, para todo aquel que disfruta de un café de intenso aroma, de intenso sabor, un café rico, fuerte, aromático, eso es lo que nos gusta a nosotros los latinos“, explicó Lisette.
Puede que muchos añoren tener lo que hoy han logrado los Gaviña, pero la clave está en seguir y seguir, dice Lisette.
“Hay que seguir y seguir invirtiendo en su negocio y también en ellos mismos, el conocimiento es algo que nadie te puede quitar, la educación, el conocimiento y no tiene que ser educación formal, sino conocer a otras personas que te pueden ayudar, que te pueden dar consejos, para que uno siga aprendiendo y evolucionando, porque el mercado sigue cambiando, el consumidor sigue cambiando y uno tiene que cambiar con el tiempo”, aconsejó Lisette, quien hoy se siente orgullosa del legado de su familia y de todo lo que han logrado gracias a los pasos fuertes y decididos de su abuelo, don Francisco.
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