Cómo prestar dinero a tu familia y que no crean que es “gratuito”

Podría pensarse que la vergüenza de alguien que pide prestado es más grande que la del que va a ayudar, pero nadie sabe la posición que tiene el prestamista desde el primer momento

Trato

Crédito: Savvas Stavrinos | Pexels

Saber que un familiar o un amigo está pasando por dificultades financieras, nos lleva a tener un impulso de querer ayudarlos sin importar nada. Tanto para quien tiene el problema como para quien quiere apoyar debe quedar claro que prestar dinero no es una acción sencilla. Brindar un apoyo financiero a un ser querido es complejo, no sólo se está dando efectivo para que la otra persona resuelva sus problemas, se está entregando una gran confianza. Para que ésta crezca, es importante resaltar algunas circunstancias que hasta tú mismo debes contemplar para no creer que esté préstamo es “gratuito”.

1. ¿Cuánta confianza hay?

Ser un familiar o un amigo no debe ser el único criterio para ayudar a cualquier persona. Así sea tu hermano, tus hijos o hasta tus propios padres, una cosa es el cariño que puedan tenerse y otra los niveles de confianza que deben tener como para estar seguro de que tu dinero estará de vuelta. La empatía no es suficiente, la otra persona está adquiriendo una responsabilidad afectiva y de efectivo que debe cumplir.

Pero igual esta conclusión es complicada que resulte del otro individuo, por ello tú debes tratar de ser lo más objetivo y, más allá de tu cariño, identificar si verás de retorno tu dinero o lo das por perdido. Y si lo das por perdido, ¿afectará tu relación?

2. ¿Puedes pagarlo?

Es una pregunta retórica, no porque tú debas pagarte el préstamo, sino por si realmente tienes la capacidad monetaria para dar el dinero, sin que afecte tus propias finanzas.

Así como debes ser objetivo sobre la otra persona, también debes serlo sobre ti mismo. Si prestas el dinero, pero no tienes la capacidad financiera para solventar tus necesidades, más que ser una solución, estarás metiéndote en problemas. Es importante no poner en peligro tu propia salud financiera sólo por querer ayudar a los demás.

3. El “contrato” es con la familia

Si tienes familia, es importante que el ayudar venga de parte de los dos cónyuges y no sólo de uno, además de que el prestatario deba tener claro esta integración. Si tomas la decisión de prestar dinero sin consultar a tu pareja, podrías caer en un secreto que se considera como infidelidad financiera.

Si tanto tu pareja como la persona a la que quieres ayudar están informados de tus intenciones, se puede generar una mayor relación de confianza en doble vía y una sensación de compromiso aún más grande por el prestatario.

Pero ti tu pareja no está de acuerdo, aun cuando hayas externado la importancia que tiene para ti el hecho de ayudar, es importante entablar una decisión en conjunta, sea la de prestar o no el dinero.

4. Que sí haya un contrato en papel

Si bien no es que seas un prestamista dentro del mercado financiero y lo que menos quieres es que tu conocido tenga la presión que se ejerce en estos tipos de productos, sobre todo en cuanto a lo que se refiere de pagar intereses, es importante que haya un escrito que les dé certeza, no de que tu dinero estará de vuelta y protegido, sino que su relación no deberá verse afectada por ello.

Es importante que todo acuerdo, cualquiera que éste sea, esté por escrito. En él pueden poner el monto del préstamo, cómo y cuándo se reembolsará, si hay alguna tasa de interés o cualquier garantía de pago, así como cualquier otro detalle importante. Ambas partes deberán firmarlo.

5. Un “no” a tiempo puede ser lo mejor

Siempre hay una necesidad imperiosa de ayudar a alguien que lo necesita, más cuando es un ser querido; pero decir “no” a tiempo, si tus finanzas, la familiaridad o la confianza no son las adecuadas para prestar dinero. Sólo no olvides ponerte en el lugar de incomodidad de la otra persona, para buscar la forma de decir esto de una manera compasiva y empática y que su relación personal no se afecte por esta situación. Al menos no por ti.

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