¿Realmente hubieras dejado de recibir dinero del gobierno si el techo de la deuda no se hubiera aumentado?
Tanto políticos como medios de comunicación han utilizado el techo de la deuda como una forma de atemorizar a beneficiarios de los programas de gobierno de que no recibirán su dinero: ¿es cierto eso o hay un trasfondo mayor?

Durante semanas, el líder republicano de la Cámara Baja, Kevin McCarthy, y el presidente Joe Biden se reunieron para negociar un nuevo límite de deuda de EE.UU. Crédito: Drew Angerer | Getty Images
Tras varias semanas en el foco de atención, el techo de la deuda pasó de ser sólo un debate político a una preocupación social de la que ya se tiene solución. No obstante, a pesar de la controversia sobre cómo hubiera afectado a los estadounidenses que el gobierno llegue al límite de su endeudamiento, hay unas cuantas aclaraciones sobre si realmente no había dinero para pagar los programas federales, como el Seguro Social, que tanto se ha mencionado.
Este fin de semana, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, dio a conocer que finalmente se llegó a un acuerdo sobre el techo de la deuda con el líder de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy. Ahora, la iniciativa llegará al pleno para su votación, con el que se pone fin temporal a este tema.
Días antes, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, había cambiado la fecha límite en el que consideraba que el gobierno no tendría suficiente dinero para pagar todas sus facturas, a menos que el Congreso actuara para elevar el techo de la deuda antes del 5 de junio. Anteriormente, la funcionaria había considerado que “la fecha x” era el 1 de junio, lo que permite que los legisladores tengan un par de días extra para dar solución al problema.
En una carta a los miembros del Congreso el viernes, Yellen dijo que el Tesoro haría pagos programados por un total de más de $130 mil millones de dólares el 1 y 2 de junio, incluidos pagos a veteranos, proveedores de Medicare y beneficiarios del Seguro Social. Pero agregó que eso dejará al gobierno con muy poco efectivo disponible.
“Si el Congreso no aumenta el límite de la deuda, causaría graves dificultades a las familias estadounidenses, dañaría nuestra posición de liderazgo mundial y generaría dudas sobre nuestra capacidad para defender nuestros intereses de seguridad nacional”, escribió Yellen.
Mucho se ha mencionado que si el Congreso no aumentaba el techo de la deuda, no se podrían hacer de manera efectiva los pagos del Seguro Social, el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), entre otros. Y aunque eso es técnicamente correcto, siempre fue algo inexacto.
Para empezar, es necesario comprender cómo gasta el dinero el gobierno. En este sentido, la administración federal ha pagado todo lo que ya ha gastado. Pero por “pagado”, no significa necesariamente que lo ha hecho con su dinero, el que proviene de los impuestos de todos los contribuyentes del país. Los ingresos fiscales cubren alrededor del 70% de lo que se gasta, por lo que el gobierno tiene que recurrir a dinero prestado.
Y aquí es cuando se puede caer en imprecisiones que convienen mejor explicar. Si bien el gobierno pide prestado, tal como cualquier persona solicitaría una tarjeta de crédito o un préstamo, funciona distinto.
“Los préstamos del gobierno no son como el uso de su tarjeta de crédito, principalmente porque el gobierno federal nunca, nunca paga esa deuda de tarjeta de crédito“, explica un análisis publicado en The Hill. “Así es, no hemos pagado ni un centavo de la deuda nacional desde 2001, y no hemos pagado el saldo total desde 1835”.
Para entenderlo mejor, la dinámica de préstamo de los Estados Unidos funciona de la siguiente manera:
- El gobierno federal pide dinero prestado y lo usa para pagar cosas;
- Ese dinero se presta por un período de tiempo (el promedio ahora mismo es de unos 5 años);
- Cuando vence cada deuda, pagamos los intereses y tomamos prestado dinero nuevo para pagar la deuda anterior.
Si eso lo explicáramos al nivel de un consumidor cualquiera, sería como si tuvieras una deuda con una tarjeta de crédito, sólo pagarás el interés de tu bolsillo y sacaras otra tarjeta de crédito para pagar el saldo de la anterior. Algo así como un refinanciamiento de deuda cada vez que vence.
“Elevar el techo de la deuda es el equivalente gubernamental de obtener una nueva tarjeta de crédito con un límite de gasto más alto, de modo que podamos pagar la tarjeta de crédito anterior y luego comprar más cosas en el futuro”, señala la publicación.
Si mañana se aumentara el techo de la deuda, casi nada del dinero que el gobierno podría gastar tiene que ver con gastos anteriores. En su mayor parte, no se trata de pagar facturas en las que ya hemos incurrido.
Este es el epítome del enfoque un tanto engañoso que tanto políticos como medios de comunicación suelen incurrir: cuando se habla de incumplimiento, no se está enfocando en realidad de la falta de pagos de programas o nóminas de los trabajadores del gobierno federal (que sí sucedería), sino de la falta de pago de los intereses de la deuda.
En resumen, sí, una parte muy pequeña de la discusión sobre el techo de la deuda se refiere al dinero que gastamos ayer. Pero la pieza mucho más importante trata sobre el dinero que el gobierno quiere gastar mañana. El techo de la deuda no es sobre un incumplimiento de obligaciones de gobierno, sino del hecho de que se permitiría que el gobierno pueda “gastar” más en el futuro, a base de una deuda que no tienen intenciones en pagar.
Un prestamista cualquiera, por ejemplo, te diría simplemente “olvídalo”. De ahí la negativa de los legisladores y que los republicanos utilicen como moneda de cambio para colocar en el pleno iniciativas políticas, como un endurecimiento en los requisitos de SNAP, que desean que la administración de Biden apruebe. Para unos, es una necesidad; para otros, una oportunidad.
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